{Tradiciones} |
EL REINADO DE
TUTANKHAMON |
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La inestabilidad política
y la influencia de los sumos sacerdotes y altos funcionarios de la corte
marcaron desde el primer momento el nacimiento de Tutankhaton (Tutankamón),
como así aparece nombrado en las inscripciones de los templos de
Aketatón en la orilla Este del Nilo, ciudad fundada por Akenatón,
a quien la mayoría de los egiptólogos reconoce como padre
de Tutankamón. Desde temprana edad, el faraón niño, "la viva imagen del dios Atón", aprendió las funciones del líder-dios que pronto le tocaría desempeñar. Mientras jugaba en los jardines del Palacio de Akhetatón (la actual Tell al-Amarna, a 400 kilómetros del El Cairo), veía cómo su padre rendía culto a Atón, (dios del disco solar) con quien más tarde se identificaría y sobre quien había fundado una religión monoteísta. |
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Akenatón, había
llevado a cabo una profunda reforma religiosa y política en el
reino, ganándose poco a poco la enemistad de consejeros y sacerdotes.
Él y su esposa Nefertiti abandonaron los dioses y templos de Tebas
para fundar la nueva capital política del reino en Aketatón.
Con una devoción que rozaba casi el fanatismo hacia Atón,
suprimió en todos los monumentos cualquier referencia al dios Amón
y a la vieja religión politeísta. En el sexto año
de sus diecisiete de reinado, se cambió de nombre. Ya nunca más
aparecerá en los muros de los templos como Amenofis IV, sino como
Akenatón, "aquel que beneficia a Atón". A su muerte, Tutankhaton ascendió al trono a la temprana edad de nueve años, junto a su esposa Ankhesenamón, la tercera hija de Akenatón. Según unas fuentes, su reinado se desarrolla entre los años 1333 y 1323 antes de Cristo, mientras que en otras, aparece mencionado entre los años 1336 y 1327 antes de Cristo. La joven pareja, ocupada más en la diversión propia de su edad que en tareas como regentes, pasaban largas horas navegando por el Nilo en canoas de caña. Olvidando los asuntos de estado dedicaban su tiempo de ocio a la caza y el deporte. Tutankamón, de complexión delgada, aparece representado en numerosos relieves de los templos de Tell al-Amarna y Tebas, en escenas de cacerías rodeado de sus siervos. La enamorada esposa obsequiaba al niño rey con afectuosas atenciones, prueba de su amor. Ella, inseparable compañera del faraón, salía a cazar en las expediciones que con frecuencia realizaba. En una de tantas imágenes plasmadas en los muros de Tebas, Ankhesenamón aparece arrodillada a los pies de Tutankamón, mientras éste caza patos con arco y flechas junto a un cachorro de león. La reina, atenta a los movimientos de su esposo, con una mano le señala un pato mientras que con la otra le ofrece una flecha. Este continuo asueto era seguido desde cerca con recelo por una jerarquía poderosa que veía con desconfianza los juegos de amor y diversión del joven rey y su amada esposa. Algunos, incluso, habían puesto en duda la estirpe real de Tutankamón, quien aparece aludido en varias inscripciones como hijo de rey. Amenazado por las intrigas palaciegas Akenatón necesitaba un hijo que le sucediera a su muerte al frente del reino y que prosiguiera la revolución religiosa que unos años antes había iniciado. Su joven esposa Nefertiti le había dado seis hijas, pero ningún descendiente varón. Preocupada por la situación de inestabilidad política y la amenaza de una ambiciosa clase sacerdotal, Nefertiti buscó la más hermosa de las concubinas del reino que pudiera engendrar un sucesor real y asegurar la continuidad del trono. La bella Kiya, identificada como una princesa mitanni y según diversas fuentes madre de Tutankamón, fue la elegida para gozar de los favores del rey Akenatón. La joven, pronto se hizo imprescindible para el faraón hereje y fue nombrada "primera reina secundaria y favorita de su majestad". Pero el supuesto linaje real del faraón, los celos y el ansia de poder de los sacerdotes y oficiales, fueron razones suficientes para que miraran a Tutankamón como contrario a sus intereses. |
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